miércoles, 30 de enero de 2008

Dáguele yú !...( a mi Padre )

Ahora que soy un hombre

crecido de aquel pibe que andaba de tu mano

puedo vencer ese pudor tremendo

que me impidió por años – vaya a saber porqué –

decirte tantas cosas

que se fueron quedando en el tintero a fuerza de callarlas.

Uno quiso contarte muchas veces

hasta dónde le entraba tu sonrisa – buenaza como el pan

o como el sol y el vozarrón jocoso

con que solías alentar la causa de alguna circunstancia;

“ Dáguele yú ! “…..

Vaya a saber qué corno quería decir eso

pero de alguna forma era un grito de magia que te quedaba bien.

Es bastante curioso que venga a definirte justo por eso

cuando hay tantos matices para hacer tu retrato.

Hay por ejemplo

una garúa espesa de sudor generoso.

Una lucha constante.

Una historia de orgullo.

Un ancestro sencillo de tanos zapateros.

Un cuarto grado airoso

que te sobró para amasar la vida y hacernos una casa

y fabricar un nombre que abrió todas las puertas.

Hay por ejemplo amor, dado a montones.

Hay esperanzas, noches de vigilia.

Hay darnos todo lo que fuiste a manos llenas;

mil consejos sencillos

mil actitudes sabias.

Tu noción de justicia.

Tu horror a la mentira.

Tu modo permanente de nobleza sin títulos.

Tus títulos de hombre.

Tu asombro de hombre bueno.

Y esa revolución de ser escudo de toda una familia.

“ Dáguele yú “ !.....

Un idioma de guerra para pelear la vida.

Un “ Vamos, todavía “, pero más contundente:

“ Dáguele yú “ !...

Un acento sobre todas las cosas,

publicado en el aire con la sonrisa abierta y bonachona.

Un canto de alfarero

hecho de mediodías jubilosos

entre viejas pitadas de cigarrillos “ Gavilán “ y vino.

Esa expresión se me quedó en la sangre

porque de alguna forma

representa lo mucho que hiciste por nosotros.

Esa arenga por todo

me caminó la vida sin que me diera cuenta,

rodeándome por los hombros,

palmeándome la espalda,

empujándome a ser como hubiera querido.

“ Dáguele yú “ !,..papá.

No sabés cuántas cosas sembraste dentro de uno

a pesar de la noche y los boliches.

Por encima del miedo.

A través de los golpes

y de tanto estrellarme por empecinamiento.

Mis años de pensión, mi soledad, mis tangos….

Todo tiene tu esencia

y el brillo prodigioso de aquel “ Dáguele yú “ !....

“ Dáguele yú “ ! , papá,

viejo querido, bachiller de mi mismo

que hasta se hizo maestro

para que yo aprobara las álgebras nefastas de un tercer año.

Hace falta decirlo ?

Yo me busco en tu grito

para pasar al frente en cada intento, como lo hiciste vos.

Me busco y te comprendo.

Y comprendo que estabas pendiente de mis pasos.

Cómo no ibas a estarlo

si había una tormenta gigantesca con olor a revancha

comiéndote los días

mientras me contemplabas crecer con una duda,

esperando el momento de verme diplomar en tantas

cosas que a vos se te negaron.

“ Dáguele yú “ !, Alfredo Iaquinandi de la frente bien alta,

de las manos limpísimas y buenas,

de los ojos serenos,

serenos como un himno o como un libro.

Mateador guitarrero. Paladín de buen diente.

Si toda Bahía Blanca no conoció otra cosa

que el “ Adiós, Iaquinandi”, “ Buen día, Don Alfredo “ :

la sonrisa, el saludo, la estima de la gente.

Y ni un solo enemigo para empañar tu corazón de pájaro.

Ahora, cada vez que el cansancio me adorna los suspiros

o me voltea los sueños el manotazo duro de un contraste,

te vuelvo a ver la facha luminosa

a través de la sopa de un mediodía grato

y te escucho el aliento vociferado y lindo de aquellas dos palabras.

Y me pongo de pie, pero por dentro, para empezar de nuevo.

Y me sacudo el miedo.

Y me subo a la vida otra vez, con más ganas.

Y me digo a mí mismo, pensando en tu sonrisa:

“ Dáguele yú “ !, qué tanto.

“ Dáguele yú “ ! , parejo, sin pensar en más nada.

Por mí que soy tu hijo.

Por vos,..que sos MI PADRE.

No hay comentarios: