miércoles, 20 de febrero de 2008

Requiem por un desconocido

Tu vida fue una muchacha cansada

que se sentaba en la mesa del fondo para rifar suspiros

y lastimarte el tiempo de recordar.

Desde un libro a tu lado, junto a un express ya tibio,

Roberto Arlt despabilaba sus “ Siete Locos “

y el amor conspiraba entre las mesas

un atentado de miradas maduras.

Vos,

con la jubilación largamente parlamentada

por las canas y el tedio,

fumabas y ocurrías

con el aburrimiento del gesto repetido ;

Afuera, Buenos Aires te ignoraba, sumándote al montón.

Y por las noches – que te desconocían –

los neones guiñaban para cualquiera, menos para vos.

Un día no estuviste.

El grito del express quedó colgado cerca del mostrador.

( Tal vez hubo un gallego que comentó tu ausencia

y otro habitué pudo mirar la calle sin que vos lo taparas ).

La muchacha de la mesa del fondo gastó un suspiro extra

y dos moscas extrañaron el territorio de tu sobretodo.

Dos semanas más tarde,

la primavera entró por la mañana disparando alelíes

mientras vos desaparecías en tres centímetros de “ Clarín ”

que pasamos por alto,

buscando el resultado del partido donde la tarde antes

nuestro equipo favorito se había jugado la vida.

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