lunes, 18 de junio de 2012



Licia Mouriz nació en Buenos Aires durante las agonías de un invierno en los comienzos de una década ardua. La vasta producción de los hasta no ha mucho algo bastardeados Old Masters fue su primer amor; ignoramos si ha de permanecer el único. En días tan tempranos como los que transcurrieran durante el ya añejo año 2001 halagó a una audiencia asombrada con la presentación de sus primeros trabajos en la sede del Jardín Japonés de la capital argentina. En 2003 recibió su más temprana distinción, una mención de honor en el Primer Salón de Grabado y Escultura de la Asociación Estímulo de Bellas Artes. Fallecidos los hábitos que encadenan las relaciones entre el artista mayor y la ambición del aprendiz, Licia Mouriz se sometió con dedicada paciencia a los escalones que jalonan la educación del creador. Egresada del Profesorado de Bellas Artes Septimio Walsh con la especialidad de Dibujo, Pintura y Escultura, se sumergió con ahínco en las espartanas exigencias del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, donde obtuvo su especialización en caracterización escénica en 2009. Un paralelo interés por la tecnología de la imagen la movió a interesarse, con hábil autodidactismo, por la fotografía.
No pocos notables maestros hallaron en Licia a una discípula de rara valía: Orio Dal Porto en escultura, la artista plástico Concepción Serafini en dibujo y pintura, los profesores Héctor Freire y Gerardo Laregina en las artes aplicadas a la cinematografía y al teatro, respectivamente, el licenciado Juan Antonio Lázara en Historia del Arte, las caracterizadoras Liliana Lincic, Lourdes Cremonte (del Centro Cultural General San Martín) y Mariana Pérez Cigoj. Con esta última se aventuró en las tímidas osadías del bodypainting, un ritual de pueblos remotos al que se creía olvidado o perdido.
La obra de Licia Mouriz ha recorrido ya un decenio sólido  de realización y exhibición y forma parte del haber de colecciones privadas, de las que algunas osarán decir su nombre. Su trabajo público más afamado se encuentra en el oratorio del Centro Comunitario Asís, San Francisco y Santa Clara, un óleo sobre madera en dos paneles de 145 x 240 cm., del cual es imposible negar la influencia de Giotto di Bondone, y que fuera compuesto entre Febrero y Junio de 2007.
Desde un tardío cubismo hasta la ágil pincelada de la neo-figuración, Licia Mouriz transita en al actualidad por un camino escultórico cuyos resultados su público aguarda con avidez. A tales esfuerzos debe agregarse su tarea como ilustradora selecta de volúmenes de ficción y ensayos.
Hadrian Bagration

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